Todo empezó en enero, en un campo ubicado en la zona rural de Silvio Pellico, a 10 kilómetros del pueblo.
La familia trabaja en ese lugar desde mayo del año pasado. Son peones rurales no registrados, que están "en negro". Sucede que desde enero, la hija del matrimonio, una niña de 10 años, empezó a manifestar cambios de conducta. Se mostraba callada, se hacía pis en la cama y se lesionaba en situaciones de nervios. No decía lo que le pasaba cuando le preguntaban.
Entre febrero y marzo inició su año escolar y la maestra notó los cambios de actitud y la familia decidió que debía ir a un psicólogo. La terapeuta notó signos de abuso y finalmente la niña habló e identificó a otro trabajador rural, el encargado de las guacheras, como el autor del abuso sexual. Para sintetizar el relato de la pequeña, dijo que la besaba por todos lados.
La mujer decidió hacer la denuncia ante la justicia pero, antes de acudir a la Unidad Judicial, le contó a su empleador lo que estaba pasando. Lejos de encontrar ayuda, el dueño del campo le pidió que "no hagan problemas" y les ofreció un millón de pesos para que "no hagan nada". La mujer siempre le creyó a la niña y no aceptó callar.
En Silvio Pellico no quisieron tomarle la denuncia y vino a Villa María. Acá le recomendaron que radicara la denuncia en La Playosa. Lo hizo el 5 de abril. Ese mismo día, y por la gravedad de los hechos, la justicia local detuvo al sujeto. Al enterarse el dueño del campo de esto, visitó a la familia y los echó. Lo hizo de palabra. Los dejó sin casa ni trabajo.
La familia quedó totalmente a la deriva, y acudieron a UATRE, el gremio de los trabajadores rurales. La entidad intervino pero el matrimonio y la niña sufre el constante hostigamiento del dueño del campo, que los sigue increpando por la denuncia.
La niña está mejor desde que su agresor está detenido pero, su familia está en un momento desesperante ante el acoso del empleador.
INFO: VILLA MARIA YA!
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