El domingo pasado terminó el 9º paro agropecuario realizado al Gobierno Nacional desde que comenzó el conflicto en 2008. ¿Ya ha realizado algún análisis previo de lo que dejó este cese de comercialización de granos?
Todo esto es consecuencia del reclamo que los productores vienen sosteniendo desde los últimos 5 años, especialmente en período de la cosecha, donde no pueden vender su trigo, y aquel que lo puede hacer lo hace a un precio muy alejado a la realidad. Lógicamente las zonas trigueras son las más afectadas, ni hablar del sudoeste de Buenos Aires, la mayoría de estos productores están representados en las cuatro entidades, que vienen planteando distintas acciones a los fines de cristalizar alguna respuesta para estos reclamos reiterados. A tal punto era el pedido de los productores de tomar esta medida, que veníamos conteniéndolos porque es un poco nuestra tarea, pero se llegó a un punto donde lógicamente se prioriza y se manifiesta plantear una medida de no comercializar por una semana. La misma ha tenido un éxito total porque la forma de medirlo a esto es la operatoria de las bolsas de cereales del país, aquellas que tienen operaciones con trigo y también con el resto de los cereales y las oleaginosas, lo que podemos traducirlo a un alto acompañamiento y a un fuerte acatamiento de parte de los productores, que para el afuera no es otra cosa más que dar a conocer su realidad, su necesidad, su reclamo hacia el gobierno, pero también se traduce en una advertencia fuerte y en una señal muy clara que la situación no está resuelta. Existe una distorsión, la que ha generado la intervención del propio gobierno, en los mercados que terminan quedándose con una gran porción de la torta algunos pocos y perdiendo las dos puntas de esta cadena, los productores y la gente cuando va a comprar el pan pagándolo entre $8 ó $9, que son más de dos dólares el kilo, y por ese kilo de pan el productor tan sólo recibe $0,70 que es algo más del 8%. Viendo estos números y basándonos en esta realidad, hay grandes perdedores y grandes ganadores; sumado a esto, hay zonas que después de dos años de sequía como el sur y sureste de la provincia de Buenos Aires y La Pampa, en la última campaña pudieron sembrar el trigo y tuvieron una muy buena cosecha, pero se tuvieron que endeudar en los bancos, en los acopios, en las cooperativas, con los insumos a los fines de iniciar la campaña; levantaron la cosecha y ese productor quiere vender hoy su trigo para pagar sus compromisos, sus deudas, inclusive pagar sus impuestos y resulta que no encuentra quien le compre el trigo. Y si aparece algún comprador seguramente es con alguna ventaja muy importante, que en algunos casos ha llegado a representar más de 200 pesos de pérdida en la tonelada de trigo para el productor. A estos productores hay que comprenderlos y son los que más presionan con estas medidas.
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Todo esto es consecuencia del reclamo que los productores vienen sosteniendo desde los últimos 5 años, especialmente en período de la cosecha, donde no pueden vender su trigo, y aquel que lo puede hacer lo hace a un precio muy alejado a la realidad. Lógicamente las zonas trigueras son las más afectadas, ni hablar del sudoeste de Buenos Aires, la mayoría de estos productores están representados en las cuatro entidades, que vienen planteando distintas acciones a los fines de cristalizar alguna respuesta para estos reclamos reiterados. A tal punto era el pedido de los productores de tomar esta medida, que veníamos conteniéndolos porque es un poco nuestra tarea, pero se llegó a un punto donde lógicamente se prioriza y se manifiesta plantear una medida de no comercializar por una semana. La misma ha tenido un éxito total porque la forma de medirlo a esto es la operatoria de las bolsas de cereales del país, aquellas que tienen operaciones con trigo y también con el resto de los cereales y las oleaginosas, lo que podemos traducirlo a un alto acompañamiento y a un fuerte acatamiento de parte de los productores, que para el afuera no es otra cosa más que dar a conocer su realidad, su necesidad, su reclamo hacia el gobierno, pero también se traduce en una advertencia fuerte y en una señal muy clara que la situación no está resuelta. Existe una distorsión, la que ha generado la intervención del propio gobierno, en los mercados que terminan quedándose con una gran porción de la torta algunos pocos y perdiendo las dos puntas de esta cadena, los productores y la gente cuando va a comprar el pan pagándolo entre $8 ó $9, que son más de dos dólares el kilo, y por ese kilo de pan el productor tan sólo recibe $0,70 que es algo más del 8%. Viendo estos números y basándonos en esta realidad, hay grandes perdedores y grandes ganadores; sumado a esto, hay zonas que después de dos años de sequía como el sur y sureste de la provincia de Buenos Aires y La Pampa, en la última campaña pudieron sembrar el trigo y tuvieron una muy buena cosecha, pero se tuvieron que endeudar en los bancos, en los acopios, en las cooperativas, con los insumos a los fines de iniciar la campaña; levantaron la cosecha y ese productor quiere vender hoy su trigo para pagar sus compromisos, sus deudas, inclusive pagar sus impuestos y resulta que no encuentra quien le compre el trigo. Y si aparece algún comprador seguramente es con alguna ventaja muy importante, que en algunos casos ha llegado a representar más de 200 pesos de pérdida en la tonelada de trigo para el productor. A estos productores hay que comprenderlos y son los que más presionan con estas medidas.
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