En pocos meses, la vida de Gregorio Mandrini cambió drásticamente. Cómo pasó de tener la mecánica como hobby a estar en un equipo de Fórmula 1.
Gregorio es hijo de Gustavo Mandrini, ex piloto y preparador de autos de competencia, quien falleció en 2012. El legado continúa con Gregorio, quien a sus 25 años está haciendo historia.
Oriundo de Leones, Córdoba, realizó la carrera de diseño gráfico. Lo referido a la mecánica sólo era un hobby, dado que compraba motos, las acondicionaba y las vendía, pero no pasaba de eso.
Un día mientras estaba trabajando, se enteró de una reunión de ex pilotos de la Fórmula Renault, donde se desempeñaba su padre, según le relató a Carburando.
Gregorio fue hasta Buenos Aires para asistir a la reunión y allí conoció a Luciano Crespi, quien terminaría cambiando su vida.
Después de hablar y generar una buena impresión, ambos se siguieron en Instagram. Allí, Gregorio vio una publicación de Crespi, donde se pedían mecánicos para un equipo europeo.
Sin demasiadas expectativas, el protagonista de esta historia contactó a Crespi, quien le respondió que viaje a Zúrich, Suiza para intentar ocupar el puesto.
Con 24 años, Gregorio Mandrini comenzó a trabajar en el equipo Jenzer Motorsport, desde donde un tiempo después pegaría el gran salto a la Fórmula 1.
Aunque la idea inicial era trabajar un año allí y volver, la escudería le propuso seguir durante otro año.
6 meses después de su renovación, el argentino Nicolás Bianco que trabaja en AlphaTauri le mencionó que estaban buscando un mecánico para el equipo de Fórmula 1. Luego de un mail y varias entrevistas de trabajo, el argentino logró ingresar en el equipo.
Con sólo 25 años, Gregorio se encarga de las ruedas del japonés Yuki Tsunoda y está continuando con el legado de su padre.
INFO: RADIO MITRE / RADIO ESTACION 97.3
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