Se cumplen 12 meses desde que la joven madre salió a caminar por Inriville y no regresó. Sus hijas, desesperadas.
Hace un año que Mariela quedó reducida a esto: un panfleto rectangular amarillo que su familia reparte en marchas y concentraciones. En el papel se lee “Mariela Bortot (41 años). Falta del 25/01/14. Inriville, Córdoba. Fue secuestrada mientras caminaba por el pueblo”.
Completa el panfleto una foto de Mariela sonriendo con el brazo izquierdo en alto y el derecho entumecido por una fractura en el hombro. Es la misma imagen que desde enero de 2014 circula por tantos lados y sin resultados.
Porque la Justicia y la Policía nada consiguieron en estos 12 meses que permita inferir qué ocurrió con esta joven madre de dos chicas que el sábado 25 de enero salió a caminar por esta localidad del sureste cordobés y jamás regresó. ¿La raptaron? ¿La asesinaron? ¿Está viva? ¿Se encuentra en manos de una red de trata? Todas hipótesis que el fiscal de Corral de Bustos, Gustavo Zuchiatti, y el de Bell Ville, Telmo López Lema, parecen muy lejos de responder.
Lo único concreto en todo un año fue el hallazgo de una ojota de Mariela a orillas del río Carcarañá, a la altura del campo del intendente de Inriville, Marco Rodrigué.
Justamente el encargado de la seguridad de ese campo, el expolicía Jorge Orellano, se encuentra imputado por la presunta “privación ilegítima de la libertad” de Mariela, aunque la Justicia lo mantiene libre al considerar que no hay pruebas suficientes para dictarle prisión preventiva. El hombre estuvo preso entre febrero y julio y, al recuperar la libertad, denunció golpiza policial, aseguró ser “inocente” y un “perejil” en el caso.
Las hijas de Mariela no creen lo mismo. Jessica (25) y Brenda (24), al igual que el hermano de Mariela, Claudio Bortot, insisten en que el ex policía es “culpable” y “una de las personas involucradas” en la desaparición de Mariela.
“Hace un año que vivimos con terror permanente. Orellano vive a seis cuadras de nuestra casa y tenemos miedo. No coincidimos para nada que esté libre”, cuenta Jessica, voz temblorosa.
Enseguida hace un repaso de algunos indicios de sospecha: “Días antes de la desaparición de mi mamá, Orellano merodeó mi casa. Después averiguó qué calmantes tomaba mi mamá por la fractura del brazo y pasados unos días compró los mismos en la farmacia del pueblo. Y lo más importante de todo fue lo que se encontró en su auto y la noche que apareció nervioso por la estación de servicio”.
Sobre lo segundo, Jessica se refiere a que la noche del sábado 25, horas después de la desaparición de Mariela, testigos contaron que Orellano llegó con los pies embarrados a una estación de servicio y, nervioso, habría dicho “me mandé una cagada”. Sobre lo primero, la hija de Mariela sostiene que en el Peugeot 206 de Orellano se encontraron “una mancha minúscula de sangre y tres cabellos rubios”.
Según Jessica, un vecino vio a Orellano lavar su vehículo a la 1 de mañana, lo que le llamó la atención. “De todos modos, en el baúl se encontró una mancha de sangre muy pequeñita y los cabellos rubios. Sucedió que el Luminol arruinó esa manchita de sangre y no se pudo extraer ADN. Y los cabellos tenían un alto porcentaje de pertenecer a mi mamá, según nos dijo una perito, pero tampoco se pudo hacer ADN porque la cantidad hallada no era suficiente”.
De todos modos, insiste Jessica, eso no exculpa a Orellano: “Insuficiente no quiere decir inocente”.
Como sea, a un año el caso no tiene resultados. La familia Bortot asevera que la investigación “está estancada” y que al fiscal Zuchiatti no le “interesa” la suerte de Mariela.
“No tiene ningún interés en trabajar el caso. A él le llegó de rebote porque se apartó el fiscal (Oscar) Viramonte, de Marcos Juárez”, asegura Jessica.
Y comparte lo que significa levantarse, convivir, acostarse y dormir con una incógnita de fuego: la desaparición. “A medida que pasa el tiempo es peor. No hay una sola noticia de mi mamá. Ni la Justicia ni la Policía nos ayudan y todo se complica cada vez más para nosotras. Queremos reunirnos con el Gobernador para pedirle ayuda y celeridad en la investigación. El Gobernador se juntó hace poco con la familia de Eugenia Villafañe”.
Se refiere a la joven mamá de Canals que estuvo desaparecida un mes y fue hallada sin vida hace más de una semana. José Manuel de la Sota estuvo en la localidad y se reunió con la familia Villafañe un día antes del cruento final.
Sigue Jessica: “Hace meses que no tenemos noticias de la investigación. Y no tenemos plata para viajar seguido a Corral de Bustos para hablar con el fiscal o a Córdoba para manifestarnos. Pero si no lo hacemos, nadie mueve un pelo por nosotras. Entonces ocurre lo de siempre, la propia familia de la víctima tiene que hacerse cargo de todo y empujar a la Justicia para que se mueva. Y nosotras no podemos salir con una pala por el pueblo a buscar a mi mamá, no nos corresponde. ¿Qué está haciendo el fiscal para encontrarla? No tiene vergüenza”.
“No sabemos nada, no tenemos nada. Ya no sabemos qué pensar. Si la gente supiera lo desgastante que es”, insiste la hija mayor de Mariela.
Aún así, la familia Bortot mantiene el temple: “Pensamos todo el santo día en ella. En qué habrá pasado. En cómo estará. Tenemos una fe ciega que está viva. Es el único modo de sacar fuerzas para seguir adelante. Porque somos los únicos a los que les importa lo que le ocurrió a mi mamá. ¿Qué pasa si bajamos los brazos?”.
INFO: DIA A DIA.COM
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