La prescripción de las causas por abuso sexual del sacerdote (¿o ex?) Carlos Richard Ibáñez Morino (foto) revelada por la prensa paraguaya y de la que en las últimas horas se hicieron eco los medios argentinos, es claramente la consecuencia de la conjunción de una red de encubrimiento y de la desidia.
Se sabía hace mucho tiempo que Ibáñez residía en Paraguay, y sin embargo ni la justicia ni las autoridades eclesiásticas actuaron como correspondía.
A comienzos de la década del ´90 del siglo pasado, los hechos de corrupción de menores en Bell Ville, surgieron nítidamente de las actuaciones judiciales avaladas por testimonios de los padres de los afectados, pero en el período previo a la revelación en tribunales, en que este deleznable sujeto actuó a su antojo, fueron significativamente encubiertos por quienes quizá crean que una investidura religiosa es intocable o que hay que esconder las miserias humanas para no afectar a la iglesia.
Cuando por aquellos años a través de PANORAMA dábamos cuenta de las actividades aberrantes de Ibáñez Morino, para algunos el adorable "padre Carlos" de la parroquia de Fátima, inclusive se nos llegó a tachar de sacrílegos y blasfemos.
Realizamos un informe televisivo sobre su fuga con la capilla como fondo y hablaron... ¡de profanación!. Es que en definitiva para el fundamentalismo o la conveniencia de algunos, es más importante un inmueble sagrado que las acciones deleznables de quienes lo utilizan como trampolín para sus oscuros fines.
Inclusive fuimos a Villa María a investigar la versión de que Ibáñez Morino estaba en ese medio y no obtuvimos resultados, de modo tal que solicitamos una audiencia con el entonces obispo de aquella ciudad sin recibir jamás una respuesta.
No es solo la falta de justicia lo que debe alarmarnos, sino la vida de adolescentes que fueron destruidas por un hombre que supuestamente obraba en nombre de Dios.
Los encubridores de entonces deberán cargar con eso el resto de sus vidas y quizá hayan comprendido que la fe no se reverencia con mantener en secreto las conductas que hunden en el descrédito a las instituciones, en este caso la iglesia.
El papa Francisco ha sido claro en su apertura para que salgan a la luz los miles de Carlos que en la fe católica han sido y son los profanadores de la pureza de niños y adolescentes.
Nos queda el pálido consuelo, que aun en la incomprensión y la crítica pueblerina que sufrimos, NO FUIMOS CÓMPLICES.
Osvaldo Etrat
Panorama - Canal 2 Bell Ville
Foto: Infobae
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(2594) Córdoba - Argentina
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