La Justicia se enteró del rapto de Gabriela con una demora muy llamativa. Esto facilitó indirectamente el escape con la víctima. Los pesquisas insisten en que fue una venganza y analizan los enemigos de Javier Francucci.
La prioridad era que apareciera con vida. Y eso afortunadamente sucedió así. Ahora, el trabajo está en desandar el caso, rearmar el rompecabezas del secuestro y luego identificar a los delincuentes, cordobeses y de otras provincias, que integran la banda.
Búsquedas de testigos, análisis de filmaciones de cámaras de seguridad de la zona, chequeos tecnológicos y búsqueda de “buchones” que puedan aportar datos son, como en todos los casos complejos, parte del trabajo que los investigadores llevan adelante para esclarecer el secuestro de María Gabriela Oliveto. La mujer fue raptada en Leones y apareció un día después en Buenos Aires, sin que oficialmente se haya pagado un solo peso de rescate.
Contrariamente a lo que trascendió al principio, Gabriela no estuvo secuestrada 22 horas. Su calvario fue de al menos 24 horas.
¿Cómo? La banda, según fuentes policiales y judiciales, ingresó a su casa para concretar el golpe el lunes, pasadas las 2.
La autoridad judicial de la zona, el abogado Ricardo Rinaldoni (secretario de la Fiscalía provincial de Marcos Juárez), se enteró del secuestro, de boca de un comisario local, recién a las 5 de la mañana; es decir, tres horas después.
Con semejante ventaja, a la banda no le fue difícil huir con la víctima hacia Buenos Aires, ya sea por autopista o por la ruta 9.
Según los voceros, la tardanza en comunicar la noticia del secuestro se debió, en parte, a la demora de la llamada telefónica de la pareja de la mujer, Javier Francucci (no está claro si llamó primero a un amigo o al 101), y en parte por los policías locales, que tardaron en dar precisiones a la Justicia. No hubo operativo cerrojo en la ruta ni en la autopista.
La víctima del secuestro ya declaró y ratificó en un todo que se trató de un secuestro. Gabriela dijo que estuvo vendada y atada, que fue llevada en utilitario y que la cambiaron a otro auto, que viajaron por una ruta o autopista, que estuvo en una casa y que no identificó a nadie.
La hipótesis de la venganza
Pese a lo que el comerciante de camiones Javier Francucci sostiene, los pesquisas policiales y judiciales están convencidos de que el secuestro de su mujer fue una venganza o un “ajuste de cuentas” contra él, presuntamente por una deuda de dinero. Está descartado por completo un hecho al voleo.
El razonamiento es que, como el comerciante supuestamente no pagaba, el jefe de la banda decidió secuestrarle a su ser amado (desistió de sus hijos) para demostrarle hasta dónde es capaz de llegar para cobrar esa deuda.
En ese marco, los pesquisas están analizando el círculo de relaciones comerciales, contactos, proveedores y eventuales rivales que Francucci pudiera tener en la misma región del sur cordobés, o a lo sumo en Santa Fe. Hay quienes, en el marco de la causa, van más allá: quieren saber quién o quiénes son sus enemigos.
INFO: LA VOZ DEL INTERIOR
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jueves, 3 de noviembre de 2016
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