martes, 14 de junio de 2016

CUANDO LA DESIDIA SE TRANSFORMA EN VERGÜENZA

Los restos de una beba de solo tres días de edad cuya familia reside en Justiniano Posse, fueron devueltos a sus padres 15 horas después de su fallecimiento.

Hasta aquí el comienzo de un texto periodístico que seguramente conmoverá a quienes tengan la posibilidad de leerlo, pero que encierra signos de inhumanidad que solo pueden adjudicarse a la desidia de quienes son funcionarios que, supuestamente, muy supuestamente, debieran velar por nosotros. "Todo hombre es mi hermano", se dijo alguna vez. Hay quienes no lo tienen registrado en su corazón.

Esmeralda Van Pamelen falleció el último viernes en Justiniano Posse a raíz de una cardiopatía congénita. Tenía -ya se dijo- solo 72 horas de vida y como es de suponer su muerte le quitó gran parte de la existencia a un matrimonio joven.

El hecho es que había que realizarle una autopsia, y como el hospital de Bell Ville ya no tiene morgue judicial y solo recibe cuerpos sin vida en guarda por un término máximo de seis horas, el forense -según lo dijo un allegado a Panorama- debió trasladarse a Marcos Juárez luego que el cadáver (cuesta decirlo) llegara de Posse a Bell Ville y de nuestra ciudad al lugar de la revisión.

El profesional habría viajado con la premura del caso a eso de las 14.30 a la vecina ciudad, y sumado el tiempo desde que el cuerpo vino de Justiniano Posse, la realización del exámen patológico, los trámites en el Registro Civil y la vuelta de la pequeña a Bell Ville, los padres recién lo recibieron a las 21. Fueron 15 horas de angustia, teniendo en cuenta que la beba falleció a las 6 de la mañana.

Ya no se trata de si Bell Ville pierde dependencias del estado todos los años. Ni siquiera tiene que ver con el orgullo de saber que existimos en el mapa de Córdoba. Se trata, convecinos de esta hermosa ciudad, de que la vida, la muerte, el dolor, no tienen una contención mínima.

Matrimonios como el de Justiniano Posse y los deudos de otras personas fallecidas son el testimonio elocuente del abandono a que están sometidos los mecanismos elementales para una mejor calidad de la convivencia y la inclusión.

Se señala -no sin algo de razón- que el Hospital Ceballos es manejado por control remoto, con visitas esporádicas desde Córdoba, y esa sería una de las razones para que no se reconstruya la morgue de Bell Ville.

Pero no sería justo que todo el peso recaiga sobre el ministerio de Salud; es la justicia provincial, la de la balanza, que debe dar a cada cual lo suyo, la que debería tener la firmeza y la humanidad para reclamar que esa morgue vaciada vuelva a funcionar.

El despropósito de tener que realizar autopsias en Villa María o Marcos Juárez, la desconsolada espera de los padres de Esmeralda, la desprotección que suponen traslados de cuerpos como si fueran paquetes, es la vergüenza que viene en la misma ambulancia que la desidia.

Por: Osvaldo Etrat
Fotografía: ExMorgue Judicial de Bell Ville.
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