Quisiera dar un testimonio de algo que nos ocurrió en el mes de noviembre del año pasado en la parroquia. Tiene como objetivo agradecer y valorar el obrar de nuestra Policía de la Provincia de Córdoba en nuestra ciudad.
Resultó que terminada la adoración de los jueves, nos olvidamos cerrar la iglesia parroquial, también olvidamos cerrar la puerta entre el templo y la casa. A las tres de la mañana me despierto por el ladrar de la Beba y la Cuca, y poniéndome la bata salgo hacia dónde sentía voces que llamaban.
Al llegar al comedor, sorpresa: tres agentes de policía que se identificaron inmediatamente. Estaban preocupados porque vieron la iglesia abierta, con algunas luces encendidas, pidieron apoyo por lo sospechosa de la situación, y comenzaron a revisar si había algo en desorden, cuando vieron la puerta sin llave a la casa, creció la preocupación y de allí que ingresaron para ver si estábamos bien o que pasaba.
El agente me pidió disculpas, pero que estaba cumpliendo su deber, que sospechaban de cualquier cosa, sobre todo de nuestro estado. Agradecí en ese momento el buen actuar policial, y además de quedar como anécdota, tuve la sensación de estar cuidados por la policía que el estado dispone, me pareció de alto grado de responsabilidad el de estos agentes.
Lo hago en este momento de zozobra en la comunidad, porque deberíamos renovar nuestra confianza en las fuerzas de seguridad, sabiendo que no están actuando con cantidad de móviles, ni de personal, ni aparatología técnica de punta, y con magros sueldos, exponiendo la vida a cada rato.
En todas las instituciones se cuecen habas, pero no por ello debiéramos generalizar, ni dejar de ver estos gestos altamente alentadores.
Padre : José María Delfino Carpené
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