El Papa Francisco sigue haciendo historia en el corazón de los fieles católicos. Su llamado de hoy a un ex compañero de seminario, demuestra que el pasado sigue presente y vivo en su realidad de sacerdote, de obispo, y de pastor.
Pero sobretodo le da sentido cristiano a la cotidiano del encuentro personal, la hospitalidad y afabilidad. Visitar a un enfermo y preocuparse por él, intercediendo inclusive en la oración ante Dios, aunque más no sea telefónicamente, no es un escollo para nadie, menos aún para Francisco “el gringo”.
Cuando en la Argentina se celebra hoy domingo el día del Padre, Francisco llamó a un padre, al presbítero José Luque, conocido como el padre Pepe en la Diócesis de Villa María. A sus 73 años el padre Pepe a visto afectada su salud física enormemente, según él “la ciática me tiene duro”, pero aún así sigue con su ministerio en su corazón.
Misionero incansable, el padre Pepe fue compañero de seminario en San Miguel, provincia de Buenos Aires, a fines de los años sesenta del “gringo” Bergoglio, tres años más grande que él. El primer obispo de la Diócesis villamariense, monseñor Deane, envió al curita a formarse al mencionado seminario, hecho que le permitió el encuentro con el futuro Papa. Después los caminos siguieron para ambos, pero el recuerdo de esos años, nunca se opaco en el olvido.
Enterado de los achaques corpóreos del “negro Luque”, Francisco decidió llamarle en este día tan particular para las familias argentinas. De visita Luque en casa de la familia Ramírez en la ciudad cordobesa de Villa María, la dueña de casa atendió el teléfono como de acostumbre, que sonó alrededor de las 14.30. “Hola buenas tardes, se encuentra el padre Luque, soy el Papa”, dijo una voz que dejo estupefacta a la mujer.
“Mirá, menos mal que atendió la señora, que si era yo lo mandaba al diablo”, expresó entre risas el padre Luque, quien tomó contacto con el Papa después de muchísimo tiempo.
“No me sorprende su llamado, porque es una muestra de como es él. Sigue igual, su misma voz, su mismo compromiso, su mismo amor por el prójimo. Para mí ha sido un regalo que el Papa se haya acordado de mí”, comentó el sacerdote.
La conversación que no fue muy extensa, pero sí profunda, abarcó recuerdos del pasado, situaciones del presente, cuestiones de la salud, pero particularmente el pedido de oración para el Papa por parte de los fieles locales, como también la bendiciones papales para la ciudad de Villa María y toda la diócesis.
INFO: EL INDEPENDIENTE
FOTO 2 : NUEVO DÍA
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