Quedan sectores anegados y vecinos evacuados. Como en Bell Ville, el río demora en bajar porque suma una inmensa masa de agua que llega de los campos.
Ramón Balcarce y su esposa Ana están parados en una esquina del barrio Los Polvorines, a dos cuadras de su casa, sin poder avanzar ni un metro más. Viven sobre calle Libertad, una de las muchas de Ballesteros que desde hace días fue ganada por la inundación.
El agua sigue corriendo con fuerza y no pueden cumplir con su deseo de acercarse a ver cómo está su hogar. “Nuestra cuadra fue la peor. Salvamos algo, pero se mojó casi todo. El agua nos entraba por la ventana”, contó la pareja, la primera en ser evacuada por los bomberos voluntarios.
En Ballesteros, de cuatro mil habitantes, se vivieron horas dramáticas. Es una de las localidades más afectadas por la crecida del río Ctalamochita. Además, se le sumó el agua que los campos ya inundados no derivan. La zona afectada es la más humilde del pueblo y sus habitantes no tienen muchos recursos para hacer frente al desastre.
Ana y Ramón agradecen a vecinos y autoridades locales la solidaridad que reciben a diario. Permanecen evacuados en el geriátrico municipal junto a otras cuatro familias. “Estamos muy bien atendidos. Nos dieron ropa, calzado y colchón. Pero por más pobres que somos, es la casita de uno”, dice Ramón, añorando volver.
“El ropero se nos partió a la mitad. Prácticamente quedamos en la calle. Quiero ver mi casa, pero no me dejan meterme al agua”, remarca Ana, que en una semana debe operarse de vesícula y le pidieron que no se acerque a la zona inundada para evitar posibles infecciones.
Como ellos, muchos quieren que la crecida, que lleva una semana sin retirarse, pase a ser sólo un mal recuerdo.
Malvina Cucchietti hace 30 años que vive sobre calle Roque Sáenz Peña y dice que nunca vio algo así. Junto a su pareja y tres hijos se autoevacuaron, en la casa de su hermana. “Somos siete y dormimos en el piso, pero al menos nos bañamos. Acá no podemos volver. La humedad que quedó es impresionante. Venimos de día a ventilar y a la noche damos una vuelta por miedo a los robos”, le contó a La Voz del Interior, en medio de una casa que sigue patas arriba, con los muebles levantados y el techo y las paredes cubiertas de hongos.
Ballesteros llegó a tener, días atrás, más de 200 personas evacuadas. Muchas de sus casas se tornaron inhabitables por los pozos ciegos desbordados.
En los campos que la rodean los daños también se multiplican (ver 15A).
Ayer se notó en el pueblo – ubicado entre Villa María y Bell Ville– una leve suba del nivel del río y la preocupación está latente, como a lo largo de todo el río Ctalamochita.
INFO: LA VOZ DEL INTERIOR
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martes, 11 de marzo de 2014
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