Corren tiempos duros. A menudo, con un solo trabajo no alcanza para cubrir las necesidades mínimas de un hogar. Parece ser este el caso del fiscal de Marcos Juárez, Carlos Viramonte que está dando lugar a un profundo debate en esa ciudad.
Esto a raíz de una denuncia formulada sobre el funcionario a quien se lo acusa de llevar una actividad complementaria: la venta de fruta seca en su despacho del edificio de Tribunales. Es verdad, suena raro, pero la cuestión parece ser así.
Si hemos entendido bien las noticias que nos llegan del sur en el escritorio del Dr. Viramonte, se amontonan expedientes, pasas de uva, resoluciones judiciales, nueces, decretos, almendras, códigos y ciruelas desecadas.
En los ratos libres que le permite su función judicial, Viramonte se transformaría en un comerciante de frutos. Y para no andar trajinando de un lado para otro, esta segunda (o primera) actividad también la desarrollaría en su oficina, cuyo penetrante olor ha sido lo que llamó la atención a quienes ahora aparecen como denunciantes.
El peligro de esta doble actividad (si se prueba) es que, con el tiempo, comienzan a mezclarse. Podría ocurrir, por ejemplo, que un vecino de la zona, enviado por su mujer a comprarle pasas de uva para las empanadas, termine acusado de un crimen que no cometió y enviado a prisión por varios años. Y al revés: que un criminal confeso, salga libre del despacho, con un kilo de almendras en el bolsillo del saco.
Según la información con que contamos, esta mercadería es provista a Viramonte por un pariente que las elabora.
Los vecinos de Marcos Juárez deberían agradecer que haya sido esa la actividad del allegado-proveedor. Si, por ejemplo, su actividad fuera la de pescador de alta mar, no queremos imaginar las incomodidades que para el sobrio ejercicio de la justicia hubieran podido ocasionar algunos cajones con merluza o cornalitos en la oficina del fiscal.
No va a ser fácil encontrar en algún Código un artículo que prohíba ejercer como fiscal y, a la vez, ofrecer productos desecados. Lo que sucede en este caso-argumentan los denunciantes- es que las actividades encaradas transitan a gran distancia una de la otra en relación con el tipo de abordaje que cada una de ellas demanda. En el comercio, se sabe, el cliente siempre tiene razón. En esta actividad uno debe ser amable, conceder rebajas y desbordar simpatía para alcanzar el éxito. Un fiscal, en cambio, es un personaje duro, incluso antipático, que casi nunca cae bien al personaje que tiene enfrente.
En otras palabras: para esta doble actividad se necesita un desdoblamiento de la personalidad del estilo de la propuesta por Robert Stevenson: el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Un hombre amable para vender y uno rudo para pedir condenas.
El problema consiste en que, muy probablemente, las circunstancias lleven a Viramonte a tener que elegir entre una u otra de sus pasiones. Deberá decidir entre jueces y nueces, siempre que los fundamentos de la denuncia alcancen para hacer prosperar una causa.
INFO. LA MAÑANA DE CORDOBA
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miércoles, 17 de febrero de 2010
MARCOS JUÁREZ : Fiscal acusado de vender frutas secas en su oficina
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